Hace mucho tiempo Antonio empezaba a pensar que nunca iba a salir de esa condición, exclaustrado en un cuarto, oliendo a mohín, con un solo plato hondo de comida, sin cucharón para comer, sin nada que le depare un futuro.
Antonio recordaba el pasado, el verde fresco de la brisa mañanera de su tierra, alejado en el tiempo y en la lejanía de su gran amor, lloraba en silencio su soledad.
De pronto, la puerta se abre y un hombre con una sombrero chalan de capa raída de color ocre se acercó con unas botas relucientes a llamarlo para el trabajo, le llamo por su nombre y Antonio no quiso responder, a ese nombre, si no a otro, cosa que el Capataz no quiso hacerlo, le increpó ese acto de rebeldía, haciendo entender que le iban a sonar en el palo grande en el patio de la hacienda, el amor había dado orden.
Era entrado 1821 y las puertas de la revolución sonaba en todo la sierra y parte de la costa sur del Perú, había llegado a puertas de la hacienda la noticia que un cuarterón de mulato comandaba la tropa que iba con destino a Lima.
Fulgencio con aires de sorpresa, le decía a Antonio: ¡ya está cerca… Antonio¡ ¡ya está cerca¡
Antonio sorprendido, no sabía que hacer ante lo que el amigo le decía…
En la noche Antonio pensaba en las palabras de Fulgencio y le encontraba sentido. Se decía a sí mismo: ahora el amo ya no me maltratará y me dará una mejor atención, yo no soy animal.
Fulgencio al día siguiente le reitera cerca de su cuarto y casi susurrando:
¡ya están cerca¡… ¡hay guerra en algunos sitios¡
¡Al amo le están pidiendo apoyo¡ no sabe que hacer…
Antonio recordó lo que le decía Jacinta en la noche previa al castigo.
¡Antonio no pelees sabes que tienes que vivir, Maricita piensa que tu vas a estar con ella, que vas a velar por su retoño… piensa Antonio¡
Callado Antonio mirando por el hueco en el techo que le daba acceso al cielo, que a veces con el dedo quería acariciar para escapar de esta podredumbre… no asimilaba la opresión, y a veces creía lo que Fulgencio le iba diciendo: ¡ hay que tener fe, podemos ser libres, esos que vienen son mestizos, llenos de libertad¡
Antonio le decía ¿y de dónde sacas esas palabras…? Tu no sabes escribir.
Fulgencio le decía: ¡escucho en la noche las palabras al patrón¡, por eso me quedo como barriendo cerca de la sala, me sorprendo las cosas que hablan, pero muchas de ellas es para renegar de la libertad… que el señor que viene nos va a dar.
Antonio le decía ¿y cómo se llama?
Fulgencio le respondía: ¡no se todavía pero es verdad es un cuarterón de mulato, y es bien bueno.
Antonio ya empezaba a creer que iba a ver esa palabra, que no entendía y que reclamaba, él creía que podía librarse en si mismo un poco de ese sueño llamado opresión que no creía que se podía hacer.
En eso Maricita aparece con un poto de comida, era un poco de comida sobrante de la cocina que con bastante agua en otro poto le servía, Antonio le agradecía y le miraba tiernamente y cuando eso ocurría Maricita pensaba que ese hombre era el amor de su vida…
Antonio creía ya en la palabra de Fulgencio y de pronto, como alma que lleva el diablo aparece Fulgencio diciendo: ¡Ya está aquí cerca de Huaral, con su tropa dispuesta a celebrar nuestra independencia.. Era un 10 de Julio, la verdad no cabía en nuestro pecho la alegría que esa palabra significaba.
Fulgencio decía: Se llama San Martín, don José creo, pero muy alto, con caballo blanco reluciente, así lo veía Fulgencio. Antonio creía un poco más y la luz de sus ojos se iluminaban, creía en el sueño que le daba Maricita cada noche en oscuridad al abrazarla, creía en el sueño que Fulgencio con su verbo incandescente le daba, era una esperanza visto de frente.
De pronto el patrón apareció con el látigo lleno de una verdad que a todos incomodo, ¡ de aquí nadie se mueve… carajo¡ ¡nadie se mueve…¡
En un momento fuera de sí el Patrón no reacciono pero su mujer le tocó el hombro y él lleno de cordura con calma, les dijo: Bueno pueden ir a ver….
Los negros alegres… a viva voz fueron agarrar al patrón y lo saludaron en su mano por la venía que les había dado.
Al rato solo el patrón le decía a su mujer, después cuando regresen dale doble trabajo, así verán lo que es libertad…
Antonio en el camino pensaba en sueño llamado LIBERTAD… ¿entendería que esa palabra… no es suya…. Le pertenece al PATRÓN?


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